lunes, 8 de septiembre de 2008

SEPTIEMBRE O EL FASCINANTE MUNDO DEL BORDADO

Costó abrir el cuaderno de las palabras temblorosas. Es septiembre. Tiempo de principios y nuevos códigos. Aún saboreo la pastela de Hasna en el barrio de Sidi Ultman, en la infernal Casablanca. Pastela y Orangina. Placeres solapados por la publicidad hispana. Cuento los minutos y las monedas antes de las grandes decisiones. Lloro, río y miro el mundo esperando que se rompa. Madrid coquetea con la lluvia, yo trato de seducir a la vida. Ni cómo ni cuando, así se presentan las horas. Vísperas de Justicia. Camus , estrellado y bien muertito sigue repartiendo culpas y soledades entre los artistas. La luna, perezosa se entretiene en su cuarto creciente. Los abrazos y las risas rodean el regreso. ¿Y si ya no tengo memoria? ¿Y si no recuerdo el lugar del que vengo? ¿Y si no vine? ¿Y si no estoy? Solo entiendo que las nubes, perezosas, amenazan lluvia, pero no se deciden. Esto me provoca una furibunda desesperación, una absurda batalla contra la pertinaz adolescencia. Nuevo corte de cabello, nueva figura. Borrando las fatigas y las fiebres. Y allá vamos. A lo que venga. Mordiendo el miedo pero p’alante. Hay otra pero me gusta ese deje poético de la falsa resignación. El vivo nunca se resigna. Sólo lanzo este suspiro septembrino, a modo de saludo. Ya tocaba redoblar los nudos sobre vuestras almas. Aún persigo la indecente necesidad de la conversación. Os regalo mis recuerdos de Shiraz, el té perfumado de Nayat, la brisa rabatí, el deseo en rebeldía, los ecos de las olimpiadas. Volver. Renacer. Desoír la promesa televisiva del plácido otoño en fascículos. Hasta muy pronto.

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